Madre naturaleza

Nuestra primera y más auténtica manera de reconectarnos con el equilibrio de la vida es, sin duda alguna, realinearnos con la madre naturaleza, ella nunca nos defrauda. Su majestuosidad carece de palabras a la hora de expresar cuán hermosa se refleja cuando no es perturbada por una mano perversa que la manipule. Cuando te sientas perdido y no puedas observar con claridad cuánto te rodea, por favor, busca un lugar donde vuelvas a conectarte con Pachamama; descálzate, camina y siente como te liberas, toca la tierra que te cobija, abraza un árbol, suspira profundamente, contempla, llora si tienes que llorar, después sonríe al genuino equilibrio natural de las cosas y agradece. Muchos optarían por recomendarte suplementación para palear ese vacío existencial que surge de esa dicotomía entre la alegría y el dolor, yo, en cambio, siempre te mandaré abrazarte y a convertirte en un solo ser con la madre naturaleza, porque, además de lo dicho anteriormente, ella con su síntesis maravillosa te sana y te ayuda a mantenerte en equilibrio con el ciclo de la vida. Día: luz, actividad, alimentación, contemplación, soñar despiertos, interactuar con el prójimo Noche: oscuridad, relajación, descanso, interactuar con uno mismo, viajar en los sueños La naturaleza nos muestra sus cuatros estaciones cíclicas: otoño, invierno, primavera, verano; todo orquestado de una forma rítmica y natural. Todo ser vivo debería adaptarse de forma natural a los ciclos estacionales: frío, calor, colores pasteles, colores ocres, blanco y negro, muerte y nacimiento de la vida floral. Y aunque algunas manos invisibles de carne y hueso manipulen nuestro clima, la naturaleza siempre con su sabiduría se limpia y resetea gracias a la omnipotente fuerza de la creación; de esa misma manera debemos hacer nosotros los humanos si aceptamos cuál es nuestra verdadera naturaleza. Comienza contemplando el amanecer y reajusta tus ritmos circadianos. Créeme, ese es el principio del gran cambio. Yirka Gonzalez (F.B.) ©